lunes, 27 de agosto de 2007

Giran, giran, giran, giran, giran, giran, giran...


Hasta el momento había vivido el Festival de las Tres Culturas en el ocaso del día. Así que decidí adelantar la hora de llegada para poder disfrutar del colorido de la calle a la luz del sol, que durante esta semana ha sido relativamente benevolente. El mercado medieval continúa lleno de vida, los visitantes apuran el último día para encontrar el artículo de recuerdo o un vestido que realce el moreno de playa. Son distintas las animaciones que nos encontramos. Representaciones de retablillos, intercambio de impresiones en la Haima Saharaui, conferencias en la Casa del Apero que satisfacen a los turistas con más inquietudes.




Sólo me quedaban cuatro sellos para completar la Ruta de la Tapa. Nos pusimos rápidamente en movimiento ya que algunos de los establecimiento se encontraban en los extremos más alejados de Frigiliana. Empezamos por el Picoteo, que ofrecían pulpo en salsa. Allí sevía con su habitual simpatía Paquillo. Cañita y sabroza tapa, buen comienzo.



Los bares ya empezaban a recibir a todos aquellos dispuestos a engullir los aperitivos servidos. Te cruzas con conocidos que te van recomendando las tapas más suculentas. La siguiente parada obligada en calle del Calvario es el restaurante Nekane. Nos pasamos al refresco para acompañar a la carne de cerdo con salsa de almendras. No nos resistimos a mojar el pan bien en el plato.



Tras un largo paseo por las empinadas calles de Frigiliana llegamos a la Posada de Montecristo donde degustamos taquitos de pollo con salsa mudéjar. Se manejan bien en la barra, pues no paran de llegar decenas de comensales a probar la tapa y mostrar su folleto para ser sellado. Ya he perdido la cuenta de los refrescos de naranja que he bebido a lo largo de estos tres días de paseo gastronómico. De nuevo rebañamos la salsa de la tapa.



Para llegar a las Terrazas de Santo Cristo había que cruzar todo el pueblo, situación que aprovechamos para realizar diversas compras por las tiendas abiertas y sumergirnos en ese río plácido de gentes en el que se había convertido la calle Real. En el cielo aparecieron las primeras nubes grises, que en unos minutos se convirtieron en nubarrones. Cayeron unas pocas gotas que sólo sirvieron para ensuciar los coches y aumentar el bochorno en el ambiente. Nos esperaban unas papas "arrugáa" con mojo picón. Si ya hacía calor, la tapa excesivamente salada nos llevó a apurar rápidamente la bebida.



Quedaba ya sólo una tapa para recibir el último sello y canjear el folleto por una camiseta negra conmemorativa al II Festival de las Tres Culturas. La última parada de nuestro itinerario era "Los Esparteros". El camarero, cual Gary Cooper en "Sólo ante el peligro", servía los platos, llenaba los vasos, cobraba, menos mal para él que los clientes sabían ponerse el sello solitos. Tengo que rectificar lo dicho días atras, los vegetarianos también tienen sus tapas en cantidad, pero también es verdad que donde se ponga una en la que se pueda mojar pan, que se quiten las demás.

En el paseo de vuelta por la Avenida Carlos Cano pudimos comprobar cómo está creciendo este pueblo de las Tres Culturas. En la plaza de la Cañada del Ingenio se escenifica "La noche de la Bestia". Decenas de familias, con los menores con la boca abierta, fascinados escuchan las historias alrededor de un dragón. Los fuegos artificiales marcan el punto y seguido. En la pausa de relax, antes de acudir a la búsqueda del trance sufi de los Derviches, canjeamos sin ningún problema nuestro folleto por la ansiada camiseta. La sonrisa siempre ha estado presente en el rostro de todos aquellos que han trabajado en estos días.


Gran expectación para ver a los Derviches de El Cairo. Las gradas del recinto estaban llenas. Público heterogéneo, de todas las edades, que disfrutó de lo lindo con las músicas y coreografías de este espectáculo egipcio. Desarrollado entre tres partes, los músicos y danzarines, a través de ritmos repetitivos y movimientos sincronizados, simbolizan la filosofía de la danza sufí, girar como giran los planetas, como gira el Sol. Los danzarines mueven sus faldas tanura, que son manejadas con habilidad y plasticidad. Sus colores hipnotizan. El bailarín central gira siempre en contacto con la Tierra, cerca de 40 minutos de trance para comunicarse con Dios y buscando representar toda la belleza de la Creación.



Un extracto de la actuación de los Derviches en el siguiente vídeo.




El fin de fiesta lo encontramos en el Parque de Andalucía donde Dj Lara López, a golpe de ritmos del mundo, movía las caderas de los allí se congregaron. La dj puso toda la carne en el asador, tanto, que incluso bajó del escenario para animar a los allí reunidos a que tomaran el centro de la pista de baile. Buena selección musical para terminar con estos cuatros días de diversión bajo el encuentro lúdico de tres culturas. Como tiene que ser.


Como cierre a estas crónicas merece la pena realizar un rápido balance de este festival. Este acotencimiento cultural ha crecido con respecto al año anterior y lo ha hecho en volumen y calidad. Se han resueltos ciertas carencias como las del aparcamiento y cierta aglomeración en los bares y restaurantes. Al crecer el número de establecimientos adscritos a la Ruta de la Tapa el público se reparte con más facilidad entre ellos. La calidad de los conciertos siempre ha superado el notable y ha sido acertado el traslado del escenario al polideportivo municipal. Ha habido espacio para la reflexión, para el intercambio de ideas y para profundizar en el conocimiento de nuestra historia. Las calles siempre se han encontrado animadas con representaciones teatrales y pasacalles. Es un ejemplo de que un espectáculo cultural de altura puede servir de perfecto reclamo turístico y estupenda ventana de promoción de una localidad. Eso ocurre cuando llevan las riendas de la organización personas cualificadas por su conocimiento como Javier Paxariño y su equipo. Que vayan tomando nota y ejemplo los pueblos vecinos y no señalo a nadie.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cosas que he aprendido en este II Festival 3 Culturas: que una criaturica puede estar 45 minutos girando sobre sí mismo sin marearse, que la música saharaui me llega al corazón, que un pueblo puede estar lleno de gente y no resultar agobiante, que puede haber gente trabajando cuatro días a tren y que te atiendan con la mejor de las sonrisas, que turismo y cultura deberían darse la mano más a menudo por estos lares... En fin, que no solo de sol y playa vive el hombre, y eso ha quedado claro con el festival. Mi más sincera enhorabuena a los responsables, organizadores y currantes de las 3 Culturas porque les está quedando de libro. Un ejemplo de que para hacer bien las cosas no hay nada como confiar en quienes saben y ponerle ganas e ilusión al asunto.