miércoles, 15 de junio de 2011

Microrrelatos de Mercurio (21) - La boina.


La boina

No sé cómo ni cuándo apareció,  pero allí estaba colgando del perchero, encerrando el misterio de su procedencia en un mutismo redondo.
Me fui dando un portazo y me pasé todo el día en la oficina sin poder quitármela de la cabeza.
Para mi sorpresa, por la noche cuando abrí la puerta de casa, la boina no colgaba del gancho ni tampoco estaba tirada en el suelo.  Desesperado, la busqué por todos los rincones, pero no pude encontrarla.
 Mosqueado, cogí una cerveza de la nevera y me la bebí sentado frente al televisor. A la primera le siguieron muchas y cuando ya muy tarde llegué borracho a la cama, dudaba  si era cierto que la había visto colgada por la mañana. 
Desperté al otro día con un fuerte dolor de cabeza. ¡Menuda resaca!, pensé, mientras a tropezones llegaba al baño.
Encendí la luz y al mirarme en el espejo, descubrí la imagen de un hombre que se me parecía mucho. Los mismos ojos, la misma nariz, la misma sonrisa amarga, pero en lugar de mi melena negra ensortijada, lucía en la cabeza una boina azul, encasquetada hasta las cejas como un guante.

                                                                        Por   Marisol Calvelo


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