domingo, 24 de julio de 2011

Mirando a las musarañas (28) - La siesta.


Desde siempre la siesta ha sido un tema de debate tanto en época invernal como estival. Por ser un invento genuinamente español, hace que sea controvertido y polémico allende nuestras fronteras. Quizá por la falta de conocimiento del que, del cómo y del cuándo. Con el turismo y la toma de nuestros pueblos por gentes de otras culturas,  su arraigo e interrelación con la nuestra han hecho que esa visión sobre algo tan nuestro lo valoren y estimen, hasta llegar a ser protagonistas de ese embeleso, relax o lo que Vdes. quieran adjetivar de la siesta.

    En estos días, la NASA ha realizado un estudio sobre la duración y conveniencia de la siesta. De  nuevo ha hecho que la siesta tome protagonismo, y sean numerosos los medios de comunicación que le  han dedicado tiempo y espacio.
    Ese estudio pone el tope de duración de una siesta en veintiséis minutos, y claro está, surge la polémica y el comentario. Quién pone tiempo a ese tiempo. De sobra es conocida la siesta de D.Camilo, la de orinal y pijama, y la de la cucharilla en la mano que, al caer al suelo al aflojarse nuestros músculos, nos da el fin de ese sueño tan reparador. Los andaluces a buen seguro que obtendríamos un sobresaliente en siesta: en un mediodía, en esa hora entre las dos a las cuatro qué alma hay por una calle en un pueblo cualesquiera de la campiña sevillana o cordobesa, por irnos al extremo de las temperaturas máximas en el verano. La gente sestea. 


     Hay otro tiempo de siesta, el que va antes del almuerzo, que la llaman la del "carnero" o del "burro". El lugar no importa, una butaca, un sofá o la cama. Que haya una luz en penumbra y corra una ligera brisa será lo ideal. Hay para quien su somnífero es la televisión: su sonido le hace entrar en trance y su silencio le despierta. En esas horas hay un respeto mutuo entre vecinos, familiares y amigos, nada de llamar a la puerta, de elevar el volumen de radio y tele y hablar en voz alta. Hoy nuestra siesta se ve interrumpida por el sonido inoportuno del teléfono, no porque un vecino, amigo o familiar haya olvidado el sagrado tiempo de la siesta, sino por un teleoperador o teleoperadora de las tantas compañías que en el mundo son, que desconocen el qué, el cómo y el cuándo de ese tiempo sagrado de la siesta.

    Su duración… Que cada cual le aplique el tiempo que a su buen y leal entender considere oportuno. ¡Bendita hora de la siesta!

7 comentarios:

kent dijo...

45 minutos.

Anónimo dijo...

20 minutos, más da dolor de cabeza y te sabe la boca pastosa.....

kent dijo...

A mi no.Yo puedo con 45 y con 60,pero ojo de ese tiempo cuenta tambien el duermevela que es como una especie de ejercicio de relajación que sirve para desconectar y recargar baterias.Yo no puedo vivir sin siesta.

Joni dijo...

Que pasa, ¿es que nadie duerme la siesta?

Jony dijo...

Perdón, queria decir Jony

PopBelmondo dijo...

Yo no suelo echar siesta, pero cuando lo hago la mejor de todas es la de 20 minutos, boca arriba. Como me ponga de lado, malo, más de una hora de siesta, y más cansado de lo que me acosté.

Menuda plaga la de los teleoperadores que llaman a la hora de la siesta. Ya les he dicho de todo, enfadado, de cachondeo, juego del silencio, a ver quién aguanta más callado. Es la operación de marketing más contraproducente de la Historia, dan ganas de hundir en la miseria a los responsables.

Kent dijo...

Yo le grito NO ME VUELVA A LLAMAR MÁS,y cuelgo.Pero claro ya me ha desvelado y con la subida que te dá, a ver quien se vuelve a dormir.