miércoles, 28 de diciembre de 2011

Microrrelatos de Mercurio (49) - Ratos de insomnio.


Ratos de insomnio

 Me despierto en medio de la noche, los ojos como platos completamente desvelada. En el delirio del duermevela en que caigo, me imagino que  subo por una escalera de mármol en una casa victoriana.  En el primer piso me tropiezo con dos puertas. Están cerradas. Abro la de la izquierda y enciendo la luz. La habitación está vacía y no tiene ventanas. El ambiente claustrofóbico que escupe me horroriza. Cierro la puerta con prisa y espero a recuperarme del susto para abrir la otra. El contraste no podía ser mayor. En ésta, la claridad entra a raudales por la claraboya del techo inundando de luz el ambiente. Las paredes son blancas y el suelo está enlajado en turquesa. Una hamaca paraguaya cuelga en el centro como sonrisa olvidada. Entro y me acomodo en ella. Siento  su abrazo  mientras me columpio suavemente. Los reflejos del sol en el ambiente me traen a la memoria lejanas marinas. Con trazo decidido vuela mi mente sobre las paredes vacías, regalándome palmeras y playas de arena fina. El tiempo pasa al compás de las olas que rompen en la orilla. Mis ojos se pierden en la lejanía del lucernario. Aletargada, espero que asomen las estrellas por esa ventana abierta al cielo. Tengo suerte porque la noche llega sin luna. El fino polvo de las estrellas fugaces cae silencioso y se posa sobre mis párpados cansados. Estridente, suena la alarma del despertador. Trata de romper la magia del instante, pero la ignoro. Dejo que se desgañite. Hoy no pienso bajarme de la hamaca ni mojarme los pies. 

Por Marisol Calvelo.


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