domingo, 7 de octubre de 2012

Mirando a las musarañas (90) - Pérdida de identidad.


Sin darnos cuenta o quizás sí, vamos perdiendo los rasgos propios que nos caracterizan y diferencian frente a los demás. Basta con darnos un paseo por nuestros pueblos y ciudades para comprobarlo. Sólo queda lo que es imposible destruir o cambiar, los monumentos, como la Giralda, Alhambra, Alcazaba, Mezquita ... y demás, catedrales, iglesias, conventos, monasterios, entre otros. Todo lo demás es igual en cualquier lugar de España o del mundo.

Se habla y escribe mucho sobre la desaparición del comercio tradicional, ese comercio con raíces familiares y con un arraigo en el pueblo. Han desaparecido  los Almacenes Gómez Raggio, Félix Sáenz , Álvarez, la hostelería Casa Pedro, La Mar Chica, El Boquerón de plata, El Parador de San Rafael en Puerta Nueva, posada y fonda para los viajeros de los pueblos de nuestra provincia. Esta se abastecía en los Ultramarinos Guerrero de las Peñas en el cercano Pasillo de Santa Isabel. Hemos perdido igualmente en calle Carreterías en la que se encontraban La Cordobesa, Muebles Claudio y El Ropero entre otras, confiterías como La Imperial y La Cubana, un sinfín de establecimientos que eran santo y seña del comercio tradicional malagueño, sustituido por otros con un origen multinacional que lo mismo lo podemos encontrar en Málaga, Granada, Pekin, Londres o Guadalajara. Nada nos diferencia de los demás. Derribamos barrios con siglos de historia, construyendo en su lugar  edificios impersonales y cambiamos calles con larga tradición comercial, por espacios sin personalidad e identidad. 

Foto extraída de Costasur.

Pero no para ahí esa pérdida de identidad. Nuestros amaneceres y atardeceres han cambiado también. Es imposible oír y ver volar surcando nuestro limpios cielos a un gorrión, golondrina, vencejo... pájaros autóctonos  que han sido eliminados o apartados de nuestro entorno por otras especies traídas ilegalmente y que han proliferado en el hábitat propio de nuestros pájaros de siempre. Caso de las cotorras que son legión en Málaga, y  un peligro no sólo para el medio ambiente sino para las personas, ya que sus nidos son de un volumen que hace, que las autoridades deban destruirlos, pues su caída puede producir un accidente. Nos privan además del siempre gratificante trinar, frente al molesto ruido de las cotorras y otros pájaros ajenos a nuestra fauna.  Todos permanecemos impasibles ante tal invasión. Es normal y lógico que se proteja a la fauna, pero no seamos como siempre Quijotes y defendamos lo de los demás sin tener en cuenta nuestra propia identidad. ¿Qué "pinta" una cría de foca en la desembocadura del río Guadalmedina, un caimán en un embalse, el escarabajo picudo que aniquila las palmeras o el cangrejo rojo en el delta del Ebro ¿No hay instituciones que vigilan ese intrusismo ilegal? Pues que actúen antes de que sea demasiado tarde. 

Busquemos soluciones, no comportándonos como "cotorras" sino dialogando, teniendo como bandera nuestra identidad y defendiendo lo autóctono. 

Por Ricardo Bajo León.

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