domingo, 31 de marzo de 2013

Mirando a las musarañas (116) - La Chivata.


Nunca miramos tanto al cielo, ni seguimos los partes metereológicos como en este tiempo de primavera, por otra parte imprevisible y variable. La Semana Santa, también variable en sus fechas de celebración, se une a esa otra del tiempo: Las Cofradias por su rico patrimonio y los mortales de a pie para elegir su lugar de recogimiento o esparcimiento. Desde semanas  antes están y estamos pendientes del tiempo que hará.   Lo primero no es nuevo, es de siempre, como dice el dicho popular "Sino la da a la entrada la da a salida": cuántas Semanas Santas no se han mojado. Lo del viajar en este tiempo de primavera es nuevo. El nuevo desarrollo y  manera nueva de vivir nuestras tradiciones han hecho que ese tiempo sea de vacación para el cuerpo, cuando antes era de recogimiento y de vivir pegado a la tradición de tus mayores.


En mi niñez, el cielo gris y tormentoso que se veía por el Oeste al final de la vega antequerana y, en un plano particular, al fondo de la calle Estepa, eran signos inequívocos de un tiempo de lluvia que en este tiempo de primavera llevaba a la suspensión de alguna que otra procesión. No existían los partes metereológicos con los que recibir información, como ahora que sabemos el momento y la intensidad de un chubasco. Esa incertidumbre de saber si salía la procesión no se transmitía por televisión, ni por  móvil. Había un sistema más popular, lo que los antequeranos llamábamos "La Chivata", que no era sino una furgoneta con unos grandes altavoces que recorría las calles de Antequera anunciando el acuerdo de salir en procesión o de suspender el desfile procesional, con un "La Cofradía de Abajo no sale" o "A las siete saldrá la procesión". Al final, al igual que hoy, el tiempo siempre es caprichoso e imprevisible y más en primavera. Pese al aviso de "La Chivata" llovía y hoy pese a la información metereológica  muchos se quedan sin procesiones y sin playa.

Por Ricardo Bajo León.

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