domingo, 23 de junio de 2013

Mirando a las musarañas (128) - El francés.


Como idioma me encanta su dulzura y esa afinidad con lo nuestro, por su raíz latina. Cuando tuve la oportunidad de escoger el idioma para estudiar en el Bachillerato, como tantos jóvenes de mi época, elegí el francés, la verdad que con poca visión de futuro, cosas de los momentos a los que a cada uno le toca vivir. España era francófona, el francés era el idioma del comercio. Luego ya todos sabemos que el inglés se usa para la diplomacia, comercio y para entenderse con cualquier persona que no hable tu lengua materna.

En los colegios, escuelas e institutos, a  los idiomas nunca se les dio la importancia que hoy todos sabemos tienen, para el desarrollo de los pueblos y para enriquecer a los individuos. 

Con los pocos conocimientos que se alcanzaban con el estudio de un idioma en el Bachillerato, ya que formaba parte de esas asignaturas llamadas "Marías",  era impensable, por no decir imposible, el establecer una conversación, cuando menos podías decir cualquier palabra suelta o una frase hecha. Por ese gusto a lo francófono, me afané en ampliar mis conocimientos  en la lengua de Moliere, cosa que me vino bien, pues en mi trabajo me ayudó.



En Nerja existía en los años setenta del siglo pasado una gran colonia de belgas, provenientes del antiguo Congo Belga. Habitaban en el edificio El Coronado y las primeras Urbanizaciones, Fuente del Baden, Puente del Águila. Eran personas con una alta formación (ingenieros, médicos, profesores...) con los que me fue fácil interrelacionarme, enriqueciendo mi vocabulario y fluidez en la conversación, gracias a su paciencia y ayuda. Yo correspondía por mi parte a su interés por aprender la lengua del lugar que habían escogido para vivir. Después de cuarenta años recuerdo su amistad y su personalidad.

Por aquello de acompañarme de buena música, escucho a la par que escribo una de las canciones más bonitas escritas en francés, Ne me quitte  pas ,de Jacques Brel.

Para terminar habrá que despedirse en francés, que no a la francesa. ¡À BIENTÔT! 

Por Ricardo Bajo León.   

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡¡Bravo!!... Ricardo eres el mejor de la clase...