martes, 20 de agosto de 2013

En búsqueda de la Canción Pop Perfecta (CCLIV).

Un placer barato, un viaje en el tiempo al borde de una estantería,  un reencuentro en ocasiones inesperado con un vinilo que se escondía tras otros más escuchados. Aquellos discos que en un momento eran una y otra vez reproducidos pasan un periodo de ostracismo, para en un instante determinado, por azar, por un recuerdo que emerge abriéndose paso y vuelve a girar y girar. Veinte años han pasado desde que el grupo británico The Boo Radleys (nombre sacado de un personaje de ficción que creó Harper Lee en la novela Matar a un ruiseñor y que fue encarnado en la gran pantalla por un joven Robert Duvall) se destapó con una obra maestra, Giant Steps, pasos de gigantes musicales en un doble vinilo, un compendio magistral de lo mejor del pop de una década en el que la pérfida Albión tomaría el mando con el britpop. Pop luminoso, neblinas dub, ruidismo shoegazing, todo parido desde una de las discográficas más efervescente del momento, Creation Records, con Alan McGee al frente.

Le tengo especial cariño a este vinilo, me recuerda al Festival de Benicassim de 1997, en el que sufrimos una tormenta veraniega tan brutal que tiró abajo a parte del escenario, suspendiéndose todos los conciertos. Corrímos hacia la tienda en el camping para comprobar que nuestros vinilos comprados con los ahorros de todo el año habían sobrevivido al diluvio. Allí estaban sin sufrir daño alguno junto a unos calcetines secos que se convirtieron en uno de los tesoros más preciados en la noche más fría de verano que nunca he vivido.

Esos recuerdos y canciones como estas siempre permanecen.












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