martes, 17 de septiembre de 2013

En búsqueda de la Canción pop perfecta (CCLVIII).

Una canción nos puede arrebatar el corazón con los simples acordes de una guitarra desnuda o con el armazón lujurioso de arreglos orquestales que elevan las melodías entre colchones de violines, trompetas, pianos y cuantos instrumentos que dé el presupuesto. Neil Hannon es uno de esos músico que se sienten igual de cómodos con toda una orquesta detrás o en las distancias cortas frente un piano, no con un candelabro sobre él, sino con una copa bien cargada de sherry. En casi 20 años con su proyecto The Divine Comedy, el norirlandés nos ha ido entregando sus retratos sonoros de la sociedad británica, las cuitas del amor y del sexo o de la vida nocturna. Tras su socarronería, se vislumbra la ternura de quien se ha zambullido en una marmita de puro hedonismo humanista. Ahí va una buena muestra de su música para dandies del Siglo XXI.





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