domingo, 16 de marzo de 2014

Mirando a las musarañas (164) - El fox.


En el último programa del concurso Mira quién baila de TVE le encargaron a una de las parejas participantes se ejercitaran en bailar el Fox como tarea para la próxima semana . El escuchar Fox refiriéndose a un paso de baile  me trajo recuerdos de mi niñez. Había al final de la calle de la Vega, esquina a calle La Taza, una iglesia bajo la advocación de San Isidro, y digo había porque la cerraron al culto y al poco tiempo fue demolida, alzándose en su solar un bloque de viviendas. Pensarían en el Arzobispado que con las de iglesias que hay, una menos no se echaría en falta. No era una iglesia barroca, estilo predominante en las iglesias de Antequera, era una pequeña con su fachada encalada y una pequeña torre de mampostería con su campanario. En el salón parroquial nos reuníamos un grupo de amigos para jugar al futbolín, a los juegos de mesa como el parchís, ajedrez y a todos los que con la baraja española supiéramos y, lo más importante, ver en la televisión los triunfos del Real Madrid en la Copa de Europa.

El cura párroco D.Miguel, joven y dinámico, nos animaba a organizar torneos entre los jóvenes de otras parroquias. En algunas ocasiones nos reuníamos, de ahí vienen mis recuerdos, a tomar unos refrescos en un bar cercano cuyo nombre era Pepe Fox. Sabido es que en los pueblos es fácil encasquetarte un mote o apodo por lo más simple. El tal Pepe, propietario del bar, era aficionado al baile y al final de cualquier festejo siempre repetía ¡Tocar un fox!. El mote estaba asegurado. El equipo de fútbol de la parroquia se denominó Standar Fox. Eran los tiempos del Partizan, Stade de Reims, Standar de Lieja... y fuimos campeones del primer torneo parroquial.


Nunca he bailado un Fox, ni sabría distinguir sus notas musicales ni su paso de baile. Dicen los entendidos que es un baile dinámico, que combina pasos lentos con pasos rápidos de manera fluida. Mi generación bailó al son del twist, el rock and roll, entre otros y al final como despedida había quién siempre pedía al pinchadiscos ¡Pon El Danubio Azul!. Por suerte a su nombre de pila no le añadieron el del conocido vals de Johann Strauss.

Por Ricardo Bajo León.

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